lunes, 24 de mayo de 2010

Separación del mundo por Watchman Nee

SEPARACIÓN

Hemos visto a la Iglesia como una fuente de constante
irritación para Satanás causándole una aguda molestia y
limitando su libertad de movimiento. Aunque está en el
mundo, la Iglesia no sólo rehusa ayudar en su construcción
sino persiste en pronunciar juicio sobre él. Pero si
esto es verdad, si la Iglesia es siempre una fuente de
irritación al mundo, entonces de igual modo el mundo
es una fuente de constante tristeza para la Iglesia. Y ya
que el mundo está siempre desarrollándose, su poder de
entristecer al pueblo de Dios va siempre en aumento;
en verdad la Iglesia tiene que enfrentar una Fuerza mayor
en el mundo hoy día de la que tuvo que enfrentar
en los primeros tiempos. En aquella época los hijos de
Dios se enfrentaban con persecución abierta manifestada
en el maltrato físico de sus personas (Hch. 12; 2 Co. 11).
Siempre chocaban con lo material, lo tangible. Ahora el
problema más grande que enfrentan en el mundo es más
sutil, una fuerza intangible, espiritualmente maligna, detrás
de las cosas materiales.

El impacto de esa fuerza espiritual
hoy día es mucho mayor que en aquellos tic-nipos.
Mientras que por un lado es verdad que el pecado y
la violencia serán mayores que nunca al fin de esta era,
se ve claramente también en la Palabra de Dios que no
^específicamente contra estas cosas que la Iglesia tendrá
que luchar, sino contra la atracción espiritual de cotas
mucho más sencillas y cotidianas. "Como fue en los
días de Noe, asi también será en los días del Hijo del
Hombre. Comían, bebían, se casaban y se daban en ca
Sarniento, hasta el día en que entró Noé en el arca, y
vino el diluvio y los destruyó a todos. Asimismo como
sucedió en los días de Lot; comían, bebían, compraban,
vendían, plantaban, edificaban; mas el día en que Lot
salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y los
destruyó a todos" (Le. 17:26-29). El énfasis que hace
Jesús aquí no es que estas cosas —comida, casamiento,
comercio, agricultura, ingeniería— eran características sobresalientes
de los días de Lot y de Noé, sino que serán
características de los últimos días. "Así será el día en
que el Hijo del Hombre se manifieste" (verso 30); éste
es el punto crucial. Pues estas cosas no son de por sí
pecaminosas; simplemente son cosas mundanas. ¿Cuándo
se ha dado tanta atención a la buena vida como en nuestros
días? El alimento y el vestido han llegado a ser la
preocupación especial de los hijos de Dios. ¿Qué comeremos?
¿Qué beberemos? ¿Con qué nos vestiremos? Para
muchos estos son los únicos temas de conversación.


Hay un poder que nos obliga a considerar estas cosas; nuestra
misma existencia demanda que les prestemos atención.
Sin embargo las Escrituras nos advierten que "el reino
de Dios no es comida ni bebida, sino justicia", etc. Nos
insta a buscar primeramente el reino de Dios y su justicia,
y nos asegura que al hacer esto, todas estas cosas
nos serán añadidas. Nos exhorta a no tener cuidado, a no
preocuparnos por la comida o el vestido, pues si Dios
cuida de las flores del campo y de las aves del cielo, ¿no
cuidará aún más de nosotros, su pueblo? Pero a juzgar
por nuestras ansiedades parecería que ellos reciben cuidados,
¡pero nosotros no!
He aquí el punto que necesita un especial énfasis. Esta
condición es anormal. La atención indebida a la comida
y la bebida, en cualquiera de los extremos ya sea de subsistencia
o lujo, que caracteriza a tantos creyentes en estos
días, dista mucho de ser normal; es sobrenatural. Pues
no nos enfrentamos aquí con un mero asunto de comida
y bebida; nos enfrentamos con demonios. Satanás concibió
y ahora controla el orden mundano y está dispuesto
a utilizar poder demoníaco por medio de las cosas mundanas
para atraernos al mundo.


El presente estado de cosas
no puede explicarse de otra manera. ¡Oh, que los
hijos de Dios despertaran a este hecho! En tiempos pasados
los santos de Dios enfrentaron toda suerte de dificultades,
y sin embargo en medio de la opresión alzaban
los ojos y confiaban en Dios. En las presiones de hoy
día, sin embargo, están tan confundidos y turbados que
parece serles imposible confiar en El. ¡Es fundamental
que comprendamos el origen satánico de toda esta opresión
y confusión!

Lo mismo es verdad en cuanto al matrimonio. Nunca
hemos encontrado tantos problemas en esta esfera como
hoy. Reina la confusión mientras (pie los jóvenes rompen
con las antiguas tradiciones pero les falta la dirección de
otras que las reemplacen. Este hecho no puede explicarse
naturalmente sino en forma sobrenatural. Casándose y
dando en casamiento es algo sano y normal en cualquier
época, pero hoy día hay un elemento que se está introduciendo
en estas cosas que no es natural.

Lo mismo ocurre con la siembra y la edificación, con
la compra y la venta. Todas estas cosas pueden ser perfectamente
legítimas y benéficas, pero hoy el poder detras
de ellas presiona sobre los hombres hasta que quedan
perturbados y pierden su equilibrio. La fuerza maligna
(pie potencializa el sistema mundano ha precipitado
una condición donde vemos dos extremos: el uno de
completa inhabilidad de lograr lo suficiente para poder
subsistir y el otro de extraordinarias oportunidades para
acumular riquezas. Por un lado muchos creyentes se encuentran
en dificultades económicas sin precedentes; por
e | otro muchos se enfrentan con oportunidades, también
sin precedentes, de enriquecerse. Ambas condiciones son
normales.

Si escucháramos las conversaciones en los hogares hoy
día oiríamos frases como éstas: "La semana pasada compré
tal cosa y tal cosa por tanto y ahorré tanto." "Por
suerte lo compre hace un año, de otro modo hubiera perdido
bastante." "Si desea vender, venda ahora mientras la
plaza sea favorable." ¿Hemos notado cómo la gente corre
de aquí para allá, acebradamente haciendo transacciones?
Los médicos compran acciones, los fabricantes de
tela venden papel, hombres y mujeres que jamás habían
tocado estas cosas antes, han sido envueltos por la corriente
de especulación. Están atrapados en un remolino
comercial que los hace girar vertiginosamente. ¿No comprendemos
que este estado de cosas no es natural? ¿No
vemos que aquí hay un poder que está cautivando a los
hombres? La gente no actúa sensatamente; están fuera
de sí. El afán de comprar y vender no es sólo una cuestión
de ganar dinero —o de perderlo. Consiste en verdad
de entrar en contacto con un sistema satánico. Estamos
viviendo en los últimos tiempos, en una época cuando
ha sido liberado un poder especial cjue impulsa a los
hombres, quieran o no.

De modo que la médula del asunto no es pecaminosidad
sino mundanalidad. ¿Quién se atrevería a decir que
hacemos mal en comer y beber? ¿Quién desaprobaría de
casarse y de dar en casamiento? ¿Quién pondría en duda
nuestro derecho de comprar y vender? Estas cosas no son
malas en sí mismas; el mal yace en el poder espiritual
que está detrás de ellas y que ppx su intermedio presiona
inexorablemente sobre nosotros. ¡Oh, que despertáramos
al hecho que, mientras estas cosas son comunes y tan sencillas,
son utilizada! por Satanás para atrapar a los Jiijos
de Dios en la gran red de su sistema mundano!
"Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones
no se carguen de glotonería y embriaguez y de
los afanes ele esta vida, y venga de repente sobre vosotros
aquel día" (Le. 21:34). Notemos el término "vida" en
estas palabras de Jesús. En el Nuevo Testamento Griego
se utilizan tres palabras para significar vida: zoe, vida
espiritual; psuche, vida psicológica; y hios, vida biológica.
Esta última es la que se utiliza aquí, y aparece en su
forma adjetiva: biotikos, "de esta vida". El Señor nos
está advirtiendo del peligro de que los afanes de esta vida
nos abrumen, esto es, afligiéndonos por cosas tan comunes
como la comida y el vestido que pertenecen a nuestra
existencia actual en la tierra. Fue por una cosa tan
sencilla como éstas que Adán y Eva cayeron, y será por
causa de tales cosas sencillas que algunos creyentes olviden
el llamado celestial de Dios.

Pues todo se reduce
al lugar donde está puesto el corazón. Se nos exhorta a
que no permitamos que nuestros corazones estén cargados
con estas cosas. Es decir, no debemos llevar una carga
acerca de estas cosa: que llegue a aplastarnos. Debemos
ser en un sentido \erdadero separados en espíritu
de nuestros bienes, ya sea en nuestra casa o en el campo
(Ver Le. 17:31).
j Lo importante es que comprendamos quiénes somos!
Somos la Iglesia, la luz del mundo eme brilla en las tinieblas.
Como tales vivamos nuestras vidas aquí abajo.
Hubo una época cuando la Iglesia rechazó las formas
mundanas. Ahora no sólo las utiliza sino que abusa de
ellas. Por supuesto debemos utilizar al mundo pues lo
necesitamos; pero no debemos quererlo, no debemos desearlo.

De modo que Jesús continúa diciendo: "Velad,
pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos
de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de
estar en pie (literalmente 'ser puestos') delante del Hijo
del Hombre" (Le. 21:36). ¿Nos exhortaría Dios a velar
y a orar si no hubiese una fuerza espiritual de la que
tenemos que guardarnos? No nos atrevemos a tomar nuestro
destino como una cosa de rutina sino que debemos
estar constantemente alertas para que permanezcamos
desenredados en espíritu de los elementos de este mun-
°- Hay cosas del mundo que son esenciales para nuestra
H^sma existencia. Ocuparnos de ellas es legítimo, pero
estar apesadumbrados por ellas es ilegítimo y puede hacer
que perdamos el derecho a lo mejor que Dios tiene para
nosotros.

El libro del Apocalipsis sugiere que Satanás levantará
su reino del anticristo en el mundo político (cap. 13),
en el mundo religioso -(cap. 17) y en el mundo comercial
(cap. 18). Sobre esta triple base de política, religión
y comercio, su reino tendrá su última expresión violenta.
En los últimos dos capítulos este reino aparece bajo la
figura de Babilonia, el instrumento especial de Satanás.
Babilonia parece representar el cristianismo corrompido
—la Iglesia Romana quizá, pero más grande y más astuta—
y es por su comercio que es juzgada. Todo el capítulo
18 gira alrededor de comerciantes y mercaderías.
Aquellos que lamentan la caída de la gran ciudad, desde
el rey hasta el timonel de los barcos, todos deploran que
su floreciente comercio ha cesado repentinamente. Evidentemente
no es ni religión ni política sino el comercio
que hace que el espíritu de Babilonia reavive y es eso lo
que se lamenta en su caída. No nos atrevemos a afirmar
enfáticamente que el comercio puro es malo, pero esto
sí decimos sobre la base de la misma Palabra de Dios,
que sus comienzos están ligados con Satanás (Ez. 28) y
su fin con Babilonia (Ap. 18). Y añadimos por propia
experiencia que el comercio es el área donde, más que
en cualquier otra, "la corrupción que hay en el mundo
a causa de la concupiscencia" (2 P. 1:4) persigue sin
tregua al cristiano de más elevados principios. Y sin duda,
de no ser por la gracia de Dios, lo alcanzará produciendo
su caída.

¿Somos sensibles a Babilonia? Los comerciantes lloraron,
pero el cielo gritó: ¡Aleluia! (Ap. 19:1)). Estas (versos
1-6) son las únicas Aleluias registradas en el Nuevo
Testamento. ¿Nos hacemos eco de ellas?
Estamos en un reino muy peligroso con el cual entramos
en contacto por medio del comercio. Si por nuestra
vocación nos ocupamos en comercio puro y si lo hacemos
en temor y temblor, podremos con la ayuda de Dios escapar
del lazo del Diablo. Pero si confiamos en nosotros
mismos entonces no hay esperanza de escapar del egocentrismo
que tal trabajo engendra. De modo que el problema
que nos enfrenta hoy día no es cómo dejar de
comprar y vender, de comer y beber, de casarnos y de
dar en casamiento; el problema ahora es evitar el poder
cpie está detrás de estas cosas, pues no debemos permitir
que este poder triunfe sobre nosotros.
¿Cuál, pues, es el secreto para mantener nuestras cosas
materiales dentro de la voluntad de Dios? Por supuesto
cjue es mantenerlas para Dios, esto es, saber que
no estamos amasando valores inútiles o grandes depósitos
bancarios sino haciendo tesoros para su cuenta. Tú
y yo debemos estar perfectamente dispuestos a deshacernos
de cualquier cosa en cualquier momento. No importa
si dejamos dos mil pesos o simplemente dos. Lo que
importa es si podemos dejarlo en cualquier momento sin
sentir pena alguna.

No estoy sugiriendo por esto que debemos procurar
deshacernos de todo. Lo esencial es que como hijo¿ de
Dios tú y yo no acumulemos cosas para nosotros mismos.
Si guardo algo es porque Dios ha hablado a mi corazón;
si me separo de algo es por la misma razón. Me coloco
a mí mismo en la voluntad de Dios y no tengo temor de
dar si Dios me lo pide. No guardo cosa alguna por amor
a ella sino que puedo separarme de ella sin dolor cuando
sigo el llamado de dejarlo atrás. Eso es lo que significa
ser libres y separados para Dios.

Separación del mundo por Watchman NeeSocialTwist Tell-a-Friend

0 Comments:

Señales de los últimos tiempos

Requisito para pertenecer a la iglesia de Jesucristo

“La iglesia es la única comunión fraternal en el mundo cuyo único requisito para integrarla es la falta de mérito del candidato.”

Robert Munger