lunes, 25 de mayo de 2009

Dios es el constructor de su propia casa

Un inconfundible tema bíblico es aquel en que Dios no deja al hombre decidir acerca de las cosas divinas; es la casa de Cristo la que Él está construyendo y lo hace a Su manera. Él es el Dios del fin a la vez que el Dios de los medios. Así, todo ha de ser de Él, a través de Él y para Él si ha de tener un valor perdurable. En consecuencia no es el tamaño del edificio sobre lo que Dios se preocupa, sino de lo que se compone
I Corintios 3
9. Porque nosotros, coadjutores somos de Dios; y vosotros labranza de Dios sois, edificio de Dios sois.
10. Conforme á la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima: empero cada uno vea cómo sobreedifica.
11. Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo.
12. Y si alguno edificare sobre este fundamento oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca;
13. La obra de cada uno será manifestada: porque el día la declarará; porque por el fuego será manifestada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego hará la prueba.
14. Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa
15. Si la obra de alguno fuere quemada, será perdida: él empero será salvo, mas así como por fuego.


A los ojos de Dios, cómo construímos y con qué lo hacemos es más importante que el tamaño exterior y la apariencia del edificio. Y lo que es más, “a no ser que el Señor construya la casa” declara el salmista “trabajará en vano construyéndola” (Salmo 127:1). Puesto que Dios solamente es el maestro “arquitecto y constructor” (Hebreos 11:10) – especialmente cuando viene a Su propio lugar de habitación. Así, con el trabajo de Dios, el principio es siempre, “Señor… todo lo que hemos logrado tu lo has hecho por nosotros” (Isaías 26:12)
La historia trágica del acto presuntuoso del rey David al colocar el arca del Señor sobre un carro de madera, es el testigo que resume el hecho de que el trabajo de Dios ha de ser hecho a Su manera (II Samuel 6:1-7). En tanto el esquema hecho por el hombre de colocar el arca sobre un carro pudiera haber sido aceptado bajo un pragmático punto de vista moderno, la idea del carro fue tomada de los infieles filisteos y violaba la simple instrucción de Jehová (Éxodo 25:12-16, Números 4:5-15). De la misma manera, invitamos a la muerte espiritual a asentarse en medio de nosotros y caemos en el disgusto del Señor siempre que nos alejamos de Sus patrones y pre-tendemos afirmar el arca por Él. Rusell Lipton lo expone de una manera muy bella:
Es un asentado principio del hombre natural de nuestro siglo, el imitar las prácticas de otras religiones idólatras. La razón es muy simple. El cristianismo es el único camino de vida que no puede ser debidamente vivido por el hombre natural. Es espiritual por todo y en todo.
Literalmente depende totalmente del trabajo del Espíritu Santo por medio del espíritu renovado, la mente y la voluntad del creyente…Por esta razón la práctica de la iglesia no puede ser asunto de indiferencia, o peor, una excusa por seguir los caminos del mundo (aprendamos de los caminos del mundo la forma de construir organizaciones y pidamos a Dios que bendiga lo que hemos determinado hacer).
En un sentido real la iglesia no está en la tierra, ni es como una de las naciones. No queremos decir que es impráctico el seguir las prácticas bíblicas. Las prácticas bíblicas son las más prácticas (las únicas prácticas) formas con las que Dios puede llevar a cabo Su voluntad en la tierra. (Practicas detestables – artículo inédito)
Que nunca olvidemos las amonestaciones de Pablo acerca de la sutil influencia de las filosofías vagas que nos separan de la Persona de Cristo (Colosenses 2:8).
El pragmatismo es uno de esas filosofías. No obstante, porque ha sido bautizado en el nombre de Cristo, vestido en traje de cristiano y guardado bajo el leguaje bíblico, muchos creyentes modernos asumen que el pragmatismo es una parte del Cristianismo.
Si le quitamos su disfraz, el pragmatismo abiertamente afirma que si algo sucede de acuerdo a la medida del ser humano, debe ser verdad.
Esta manera de pensar es espiritualmente peligrosa e inválida bíblicamente. Puesto que Jeremias, Isaías, Ezra, Nehemias, Juan el Bautista, Jesús y los doce apóstoles hubieran sido todos suspendidos a los ojos de un moderno pragmatismo.
En su profundo ensayo llamado “El pragmatismo va a la iglesia” A. W. Tozer llega a tocar el centro del problema:
¿Qué debemos hacer para romper y liberarnos del poder del pragmatismo que se ciñe sobre nosotros? La contestación es muy simple. Reconocer el derecho de Jesucristo de controlar las actividades de Su iglesia. El Nuevo Testamento contiene muchas instrucciones, no solo sobre lo que nosotros tenemos que creer sino lo que debemos hacer y cómo podemos ponerlo en práctica. Cualquier desviación de esas instrucciones es una negación del señorío de Cristo.
Repito que la contestación es muy simple, pero no es fácil puesto que requiere que obedezcamos a Dios en lugar de al hombre y eso trae consigo la ira de la mayoría religiosa.
No es una cuestión de saber qué hacer; fácilmente lo podemos aprender en las Escrituras. Es simplemente una cuestión de si tenemos o no el coraje de hacerlo (Dios dice al hombre que le importa)

¿Qué casa estamos construyendo?
Para terminar, quizá un simple ejemplo nos puede ayudar a subrayar la fuerza que hemos puesto en marcha en este capítulo. Supongamos que ustedes contratan a un carpintero para que, durante las dos semanas de vacaciones, les construya una habitación para hacer más grande su casa. Ustedes hacen el diseño y los planos especificando como y de qué manera quieren que la habitación sea construida, cuidadosamente se lo explican al carpintero y, además, se lo dejan por escrito.
Al regreso de sus vacaciones quedan sorprendidos al encontrar que su nueva habitación en poco se asemeja al diseño y las instrucciones que le dejaron al carpintero. Al preguntarle por qué no había seguido las instrucciones que se le habían dado, él contesta: “Yo creo que mi idea es mejor que la suya”.
¿Acaso no hemos hecho nosotros lo mismo con la casa del Señor?
Desgraciadamente, innumerables cristianos no han tenido problema alguno redecorando con los muebles espirituales de la Casa del Señor, sin consultar a su Dueño.
De esta manera, David aún sigue colocando el arca sobre el carro filisteo cuando la mano humana de Uza continúa tratando de balancearlo. ¡Que nosotros no seamos tan poco sabios!
¡Que Dios nos ayude a observar el “orden debido” (I Crónicas 15:13)

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“La iglesia es la única comunión fraternal en el mundo cuyo único requisito para integrarla es la falta de mérito del candidato.”

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