lunes, 15 de junio de 2009

Jesús es el Pan nuestro de cada día

Apenas se abre ante nuestro ojos la oración modelo nos sorprende ver como entre las cosas grandes y trascendentales que el hombre pudiera pedirle a Dios se encuentra el pan de todos los días. No se trata aquí de un eufemismo sino de una realidad. El pan que tomamos con nuestras manos, lo llevamos a nuestra boca, lo masticamos y lo ingerimos. Jesús es el Señor de la eternidad. Nosotros criaturas de esta tierra para la eternidad. El, pues sabia que mientras estuviésemos aquí necesitaríamos pan para nutrir nuestros cuerpos. Cada palabra se ilumina con su propia luz. Como el orfebre que selecciona cuidadosamente su preciosa piedra y luego la coloca en el sitio que le corresponde a la diadema, así se sitúan en el Padre nuestro las palabras de esta suplica. Dios es el dador del pan. El lo hace llegar a nosotros de diversos modos. En el desierto, a su pueblo, en la forma del maná que recogían todos los días. En el arroyo de Cherith, a Elías, a través de los cuervos. A las multitudes hambrientas tras el milagro de sus divinas manos. Es Dios siempre el que nos lo da aun cuando lo ganemos con el sudor de nuestra frente. Pero de un modo o de otro, todos hemos de pedirlo. Recordamos con emoción nuestra visita a un hogar muy pobre.
Leímos una porción de la Palabra y luego se nos ocurrió mandar a orar a un niñito, miembro de una familia. Esta fue su oración: “Papá Dios, mándanos pan”.

“El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy”. (San Mateo 6:11)
Una practica que había aprendido en su humilde hogar donde la primera oración fue el Padre nuestro. Una misma petición cada día. No por adelantado para los días que están por venir sino para este día de hoy. ¿Por qué? Preguntamos y respondemos: para que nuestra dependencia de Dios sea continua, para que experimentemos la satisfacción de saber que nos lleva acabado de salir de sus manos, como de un horno.
De pequeñito le enseñábamos el Padre Nuestro a uno de nuestros hijos. Se nos hacia muy difícil hacerle decir “el pan nuestro de cada día”, pues el siempre trocaba las palabras y decía “el pan caliente de cada día”. Lo que al principio nos parecía una gracia luego cobro sentido. El pan al igual que todas las bendiciones de Dios, hemos de recibirlas frescas y renovadas. Lo que todavía es mas grande: su misma presencia. Un encuentro cada día con Dios para contemplar la hermosura de su rostro y para que resplandezca en el nuestro.
Párrafo tomado del libro. “Luces encendidas” de Miguel Limardo.

Jesús es el Pan nuestro de cada díaSocialTwist Tell-a-Friend

0 Comments:

Señales de los últimos tiempos

Requisito para pertenecer a la iglesia de Jesucristo

“La iglesia es la única comunión fraternal en el mundo cuyo único requisito para integrarla es la falta de mérito del candidato.”

Robert Munger