lunes, 21 de febrero de 2011

Buscad a Jehová mientras pueda ser hallado


“Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano.” (Isaías 55:6)  

¡Qué gloriosa invitación!  A todas las personas que sufren, vengan…a quienes lloran, a quienes son marginados, vengan…a las personas que tienen enfermedades terminales y a quienes luchan por la sobrevivencia, vengan…a quienes les falta el agua, el techo, la ropa y los efectos escolares necesarios para su educación académica, vengan…a quienes están cansados física, emocional, psicológica y espiritualmente, vengan!  Vengan, descansen y encuentren la plenitud de la vida, el verdadero vivir.  Esto sólo podemos encontrarlo en la unión con Dios, que hace todo lo necesario para facilitarnos dicha unión.


Aquel “pacto eterno” que Dios hizo con Israel, del cual nos habla Isaías (55:3), no es otro que el pacto establecido por Dios para contigo y conmigo, con nosotros; el pacto que hizo a través de la muerte y gloriosa resurrección del Redentor de la humanidad, Jesucristo nuestro Señor.  Debemos escuchar y prestar atención a su mensaje; abramos nuestras mentes, nuestros corazones a su Palabra, dejémonos tocar personalmente por su invitación al Reino de Dios.  Sólo teniendo a Dios como el centro de nuestras vidas podemos hacer frente a los diversos problemas y situaciones del diario vivir.  Es su Palabra y su poder divino el que nos brinda la fortaleza suficiente para enfrentar cualquier conflicto con seguridad y autoridad.  Cuando aceptamos y ponemos en práctica la  Palabra de Dios, el mensaje de la Escritura se cumple en nuestras vidas.

El mensaje en el capítulo 55 del libro del profeta Isaías presenta la misericordia gratuita de Dios para la humanidad.  Se presenta  una invitación transformadora al volvernos a Dios.  El Señor nos está invitando a “comer y beber” para el disfrute de una nueva vida: la vida eterna. Es un banquete abierto para todas las personas, para todo el mundo.  Esta invitación a comer y beber también nos recuerda la provisión del maná y del agua en el desierto; es un gran símbolo de la capacidad divina de responder a nuestras necesidades.

Ahora es el tiempo de gracia.  El mensaje de salvación y restauración llega a nuestros corazones en forma suave y nos muestra una forma nueva y adecuada de vivir, una manera distinta y diferente de actuar en la vida.  Pero para que este mensaje pueda realmente ser internalizado es necesario quitar obstáculos del camino, cambiar estructuras, desvanecer fantasías engañosas y abandonar falsas esperanzas.  “Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos” (Isaías 55:7), esa es la otra parte de la invitación. Y añade: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dice Jehová.” (Isaías 55:8)

Una característica de la iglesia de hoy es que vemos mucha falta de compromiso en muchos de los hermanos, y nos preguntamos: ¿qué convicciones tiene la gente?; ¿en quién han creído: en un dios de emociones y trivialidades, o en un Dios grande, poderoso y misericordioso, pero también celoso?; ¿han puesto su fe en un Dios que llama al compromiso y a la dedicación exclusiva a todas las personas que le seguimos?  El Señor nos dice claramente que no podremos gozar de sus bendiciones mientras nos resistamos a la voluntad divina.  Según los “peros” que le pongamos a Dios para cumplir su propósito en nosotros, es el tiempo que tardará en llegar cada bendición.  No nos conformemos con las migajas cuando Dios tiene un banquete de bendiciones para aquellos que hacemos su voluntad. Busquemos al Señor, pero vamos a hacerlo asumiendo un compromiso, viviendo productivamente en la comunidad, sin tener una doble vida, la fe es una sola y se vive las 24 horas de cada día; sea que estemos entre creyentes o entre inconversos.
Hay una ilustración que nos permite ver esto de una forma sencilla.

¿Cuántos de ustedes han tirado piedras en el agua y han observado lo que pasa?  Se van formando unas pequeñas olas, las cuales a su vez, forman unos círculos concéntricos que se agrandan más y más hasta llegar a la orilla.  Si el estanque, el lago, o cualquier cuerpo de agua es grande no todas las olas han de llegar a tierra; se van atenuando hasta que desaparecen.  Para que las olas lleguen a la orilla debes continuar moviendo el agua, o sea, seguir arrojando piedra tras piedra.

Así mismo ocurre con el Evangelio, con la Palabra de Dios.  Jesús representa la piedra que Dios tiró al agua.  Ahí se originó el movimiento, la extension de su Reino.  La iglesia es parte del agua que circula.  En algún momento nos alcanza esa primera ola, nuevas olas se generan y llega el momento en que Dios nos invita a seguir arrojando más piedras al agua, para que nuevos círculos concéntricos aparezcan, se extiendan y lleguen a la gente que está en la orilla.  Tú y yo recibimos esa invitación en un momento dado, y es necesario que continuemos llevando el mensaje, que lancemos piedras al estanque para que esa palabra de vida y esperanza alcance a quienes la necesitan, a aquellos que viven alejados de Dios y no han podido disfrutar de su palabra vivificante y transformadora.  Ahora es el tiempo de hacer la obra, ahora…”en tanto que El está cercano”.

La Palabra de Dios es como la lluvia (Isaías 55:10-11).  No está en el cielo para ser admirada; debe ser regada, esparcida en la tierra del corazón, a fin de que imparta santidad de vida en todos los rincones del ser humano.  La palabra debe habitar en lo más profundo e íntimo del hombre, igual que la lluvia cae y profundiza en la tierra revitalizando cada planta. 

Y lo más hermoso es tener la certeza de una gran promesa; el Señor nos dice: “Así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié.” (Isaías 55:11)

¡Dios te bendiga y te guarde!

Santiago 4:8 – “Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros.  Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones.


Isaías 55:6 Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano.
Isa 55:7 Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar.


Juan 3:16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
¡Cuidate!
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