viernes, 25 de febrero de 2011

Nueva Vida en Cristo Jesús


Se dice que, de todas las religiones del mundo,  la fe cristiana  es la que más afecta todas las esferas del ser humano.  El evangelio, de hecho, influye sobre la totalidad de la vida humana, pues se fundamenta en la revelación divina, la cual tiene poder transformador y liberador.  Y esa revelación tiene implicaciones temporales y eternas.  Lo que comienza en la historia humana continua en la eternidad.


Nuestra fe nos permite trascender.  Como cristianos estamos convencidos de que existe otra vida después de la muerte.  Como bien dice el apóstol Pablo: “si Jesús no hubiese resucitado, en vano entonces sería nuestra fe” (1 Corintios 15:14).  Y no tan solo eso, sino que el mismo Jesucristo nos hizo la promesa de que disfrutaríamos de otro tipo de vida: la vida eternal.  Y esta vida eterna ofrecida por el Señor a quienes le aceptan incluye una vida de calidad en medio de la historia humana, y otra que supera los límites del tiempo y nos lleva a niveles insospechados de la gracia de Dios.

Sin embargo, el evangelio no es simplemente una proyección de esa vida futura.  El evangelio nos permite disfrutar  de una vida abundante aquí y ahora.  Pero tal vida no está orientada a la obtención de logros humanos, o a la acumulación de riquezas materiales, o al disfrute del placer.  Esta nueva vida en el evangelio produce modos de ser que nos impelen a vivir sirviendo a Dios y a nuestros semejantes.  El disfrutar de la armonía y de la sana convivencia humana debe ser nuestra prioridad en el mundo.  Vivimos para servir, amar, perdonar, ayudar, compartir y para “dar por gracia lo que por gracia hemos recibido” (Mateo 10:8).  Eso no lo podemos lograr por medio de nuestras propias fuerzas, sino inspirados y motivados por el amor transformador de Dios.

Nuestra naturaleza humana, por su parte, es pecaminosa y egoísta. De esa manera, rechazamos no solamente a Dios, sino también a nuestros semejantes. Tenemos la tendencia de hacer todo aquello que nos causa alegría y placer, y rechazar todo aquello que nos puede causar sufrimiento  Pero cuando vienen los momentos de dolor y angustia, o estamos en el umbral de la muerte, la vida que no está fundada en la gracia y el perdón de Cristo se torna vacía y pierde su sentido. Es como si se muriera en vida.

¿Cómo entonces podemos librarnos de ese camino de muerte?  Dios, conociendo esa realidad, decidió “por su gran amor dar a su unigénito Hijo, para que todo aquel que en El cree no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16).  Todo aquel que recibe el testimonio de Jesús por medio del Espíritu y acepta las promesas contenidas en las Sagradas Escrituras es hecho hijo de Dios (Juan 1:12).  La persona que ha pasado por esa experiencia sabe muy bien que la salvación en Cristo es la más sublime de todas las experiencias humanas. Pasamos de muerte a vida (Juan 5:24), nos movemos de una situación de cautiverio espiritual a una de liberación del pecado.

Tal experiencia de salvación nos mueve a andar en la luz, “pues hemos sido llamados de las tinieblas a su luz admirable” ( 1 Pedro 2:9); nos lleva también a buscar siempre de la presencia de Dios y a dejarnos envolver en su infinito amor.  No solamente eso, sino que también nos convierte en personas sensibles al dolor humano.  Comprenderemos que hay muchas personas sufriendo a causa del pecado y del vivir separados de la gracia de Dios.  Eso nos mueve a compartir nuestro testimonio de vida y a ayudar a a quellos que viven sin fe y sin esperanza.  Al darnos un nuevo corazón el Señor, podemos discernir las necesidades de nuestros semejantes. A medida que vamos andando en la luz, el amor de Dios se hace más fuerte en nosotros.  Ese amor quita de nosotros los rencores, los odios y las raíces de amargura; nos permite ver la vida desde otra perspectiva y nos hace aceptar el sufrimiento como una manera de alcanzar la plenitud en Cristo.  Tal sufrimiento tiene sentido, pues nos lleva a comprender su razón fundamental: Reconocer que nuestra vida terrenal es efímera, pasajera y esto nos hace anhelar la eterna reunión con Dios.  No se trata de despreciar la vida terrenal, sino de disfrutarla al lado del Señor y en armonía con nuestros semejantes.

¡Dios te bendiga y te guarde!

2 Corintios 5:17 – “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.”





¿Está usted afirmado sobre la Roca de la Salvación?
Isaías 55:6 Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano.Isa 55:7 Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar.Juan 3:16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
¡Cuidate!
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Requisito para pertenecer a la iglesia de Jesucristo

“La iglesia es la única comunión fraternal en el mundo cuyo único requisito para integrarla es la falta de mérito del candidato.”

Robert Munger