jueves, 18 de marzo de 2010

Nuestros Fundamentos: Capítulo 1, "Las iglesias de las casas: Una forma de congregación"

Nuestros Fundamentos


Introducción

Las Iglesias de las casas es un espacio destinado a proclamar el Evangelio de Jesucristo, la Buena Noticia de su perdón y su Amor expresado en la Cruz y en el poder de su Resurrección.
Es una forma de congregación en hogares en los que nos reunimos alrededor de la Palabra de Dios y en el Nombre de Cristo.
Creemos en Él y que está en y entre nosotros cuando nos reunimos en su Nombre.
Creemos firmemente que todo lo relativo a su Plan Perfecto está escrito en su Santa Palabra, La Biblia.
En la Biblia se deja ver su Voluntad para los hombres y mujeres de todas las edades y de toda la tierra. Creemos también en la libre interpretación de la Palabra de Dios y, a su vez, creemos que es a la Iglesia toda a quien Dios le da su Palabra para que Cristo, la Cabeza de la Iglesia, imparta vida imprescindible para cada uno de sus miembros.
Consideramos hermano en la fe de Jesucristo a todos, todos, aquellos que creen en su corazón en Jesús como su Salvador y Señor y que lo confiesan con su boca.
Creemos en Dios Trino: Padre, Hijo y Espíritu santo. Siendo Cristo la encarnación Dios mismo. El Señor Jesucristo es Dios con nosotros.
Creemos en el crecimiento espontáneo de la iglesia como cuerpo de Cristo y en las directivas que da la Cabeza (el mismo Señor Jesucristo) a cada uno de los miembros de su cuerpo. Este crecimiento será espontáneo y se regirá por el poder del Espíritu en nosotros para dar testimonio y con el ejercicio de los dones que el mismo Espíritu Santo nos ha dado en su misericordia. Descentralizamos la figura del pastor ya que a nuestro criterio se ha tornado más una figura sacerdotal y directiva, que en muchos, muchísimos casos, ha tomado el lugar, -consciente o no- del mismo Señor Jesús en la iglesia, que es el cuerpo de Cristo, Cabeza del mismo. Creemos en la diversidad de dones y ministerios, así que vemos en la Palabra de Dios los ministerios apostólicos, proféticos, evangelísticos y el ministerio de pastores y maestros; . Estos ministerios tendrán que ser (como todo) fundamentados en la Biblia y definidos mediante los principios que rige la misma, siendo uno de los más importantes, : la mutua colaboración y la sujeción al Espíritu Santo y a su Palabra, ya que el Espíritu Santo jamás irá en contra de lo que la Biblia afirma.
Desechamos los personalismos y la centralidad de persona alguna, aún cuando se trate de una personalidad carismática, ya que esto es una forma de alienación y de ejercer una especie de renuncia a pensar, ver, y creer por los medios que Dios nos ha dado, y por el discernimiento que el Espíritu Santo nos brinda y que Jesús nos prometió.
Además, desechamos los personalismos por considerarlos una exposición del ego de aquellos que quieren centrar nuestra atención en ellos, la que sólo debe ser puesta en el Señor Jesús.
Es necesario que yo mengüe -dijo Juan el bautista- y que Él (Jesús) crezca.
Asimismo, dejamos de lado algunos elementos que se han adherido a la Iglesia como un lastre innecesario y que ha sido una carga pesada para el fluir del Espíritu de Dios, la comunicación y expansión de la Buena Nueva de Salvación para el hombre en Jesús de Nazaret.
Algunos de estops elementos son el templo como centro de las reuniones, el profesionalesmo del pastor, las actividades por grupos de pares.
Los proyectos humanitarios de servicio tales como colegio de una iglesia, hospitales de una iglesia, etc. Ya que la iglesia como cuerpo no tiene fundamento bíblico para esto.
Sí lo puede hacer cada miembro como un proyecto personal al que el resto del cuerpo apoyará. Por ejemplo si un hermano es médico y otro enfermero Dios les muestra crear una sala de primeros auxilios, está muy bien. Pero si la iglesia como cuerpo decide hacerlo no está bien por no tener fundamento en la Palabra de Dios. Ninguna iglesia debería agregar a su andar un lastre que retarde la predicación de la Palabra, la oración y el cuidado de los unos a los otros.
Las actividades de la estructura eclesial tal como se la entiende hoy en día es un peso innecesario que termina agotando a los que lo sostienen y quitando tiempo para ser de testimonio a los inconversos.


Capítulo I

Las iglesias de las casas: Una forma de congregación

Las iglesias de las casas es una forma de congregación en hogares en los que nos reunimos alrededor de la Palabra de Dios y en el Nombre de Cristo.
Reunirse en hogares es sólo un modo de congregarse, es decir que no es LA forma de congregación, ni mucho menos la única, sino simplemente una forma de congregarse en el Nombre de Jesús.
Hacemos énfasis en esto último ya que interpretamos que en la Palabra de Dios es una de las condiciones imprescindibles para que exista iglesia. Es decir: Asamblea o congregación es que haya dos o más personas reunidas, en el Nombre de Jesús para que Él esté en medio de ellas.

Mateo 18:20 Porque donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.

Basados en lo anteriormente dicho, y según el versículo que afirma que Dios no habita en edificios levantados por manos de hombres, tomamos como opción abrir nuestras propias casas para consagrarlas como lugar para que la iglesia se congregue.

Hechos 17:24 “El Dios que hizo el mundo y todo lo que hay en él es Señor del cielo y de la tierra. No vive en templos construidos por hombres…”

Por esto, decíamos que creemos que una buena forma de reunirse es en nuestras propias casas u hogares. Esto no es nuevo y tiene antecedentes en la Biblia que, como es obvio, no son casuales.

Romanos 16:5 Saludad también a la iglesia de su casa. Saludad a Epeneto, amado mío, que es el primer fruto de Acaya para Cristo.

1Corintios 16:19 "Las iglesias de Asia os saludan. Aquila y Priscila, con la iglesia que está en su casa, os saludan mucho en el Señor."

Colosenses 4:15 "Saludad a los hermanos que están en Laodicea, y a Ninfas y a la iglesia que está en su casa."

Filemón 1:1 Pablo, prisionero de Jesucristo, y el hermano Timoteo, al amado Filemón, colaborador nuestro,
1:2 y a la amada hermana Apia, y a Arquipo nuestro compañero de milicia, y a la iglesia que está en tu casa:
1:3 Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.

Creemos que Él, Jesús, está en nosotros, sus hijos, y que somos de Él.

De estos pasajes podemos concluir que Pablo consideraba iglesia a los que se reunían tanto en la casa de Aquila y Priscila, como los que se reunían en la casa de Ninfas, más allá del lugar de reunión, mientras que no afirma nada de algunos requisitos que hoy se consideran imprescindibles para la existencia de ésta.

Es imprescindible el buen uso de nuestra terminología ya que, en todo caso, un edificio puede ser un templo, pero nunca una iglesia en el sentido bíblico del mismo.

Todo requisito será examinado a la luz de la Palabra y en ella sólo encontramos tres (3) requisitos para que haya iglesia.
Sin Cristo no hay iglesia y es obvio que para que alguien esté en medio, por lo menos hacen falta dos.
Y el tercer requisito es el sentido de mutualidad entre los hermanos de la iglesia. Solamente habrá tres condiciones imprescindibles para que haya iglesia:
La primera es que haya dos personas, por lo menos, que sean creyentes y que tengan como voluntad reunirse en el Nombre de Jesús.
La segunda condición es prometida por Aquel que jamás ha mentido ni mentirá y se cumple inmediatamente cuando la primera se hace realidad: y es Su Presencia Bendita y prometida entre ellos.
Creemos en Él y creemos que está entre nosotros cuando nos reunimos en su Nombre; pues Él mismo lo dice:
La tercera es la relación de mutualidad: es decir, que cada uno aporta su contribución a la reunión y en un accionar de fe para la ayuda y edificación del hermano.

1Corintios 14:26 ¿Qué hay, pues, hermanos? Cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene salmo, tiene doctrina, tiene lengua, tiene revelación, tiene interpretación. Hágase todo para edificación.”

Mateo 18:20 "Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos."

Es sabido que el Señor Jesucristo manifestó su profundo desacuerdo y su rechazo a la tradición solamente cuando éstas iban en contra de principios bíblicos trascendentales y cuando pretendían erigirse en verdades absolutas que descalificaban cualquier otra forma de pensar y de actuar.
Es también conocido por aquellos que de alguna forma presenciamos y participamos de diferentes congregaciones, que más allá de enunciados tales como “la Palabra de Dios es nuestra única regla de fe y de práctica…”, están de por medio las interpretaciones, y que muchas veces dichas interpretaciones no se someten a lo que la Biblia afirma y sostiene.

Hay un peso enorme en lo que se llaman “denominaciones cristianas” que por otra parte NO son expresión de la Voluntad de Dios en su Palabra.

Si a alguno de nosotros se nos ocurriera pensar que aquellos eran otros tiempos, estaríamos diciendo indirectamente que a Dios se le escaparon detalles o que su palabra adolece de algo porque a Él no se le ocurrió ni lo pudo prever.
Sería este modo de pensar, por lo menos, una insolencia delante del Altísimo:
¡A Dios no se le escapó ningún detalle y en su Palabra Él ha dejado principios para que sean cumplidos en todas las épocas de la historia!

Se han levantado innumerables denominaciones. Quede claro que esta práctica de reunirnos en hogares no es una denominación más ya que nuestra forma de creer es llamar hermano a TODO aquel que cree en Jesucristo en su corazón y que lo confiesa abiertamente con su boca, conforme a lo que dice el siguiente versículo:

Romanos 10:8 Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos:
10:9 que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.
10:10 Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.
10:11 Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado.

Todo aquel que lo confiese y crea en su corazón -dice la Palabra- será salvo, y no hay derecho a decir que alguien que hace esto no sea hermano nuestro.

En cuanto a las prácticas eclesiológicas, es decir en cuanto a la forma de congregarnos y de relacionarnos entre creyentes en un lugar y con los no creyentes que nos rodean, es necesario una continua evaluación de nuestros movimientos y prácticas ya que de lo contrario corremos el riesgo de extraviarnos y de comenzar a cumplir con costumbres, ritos y tradiciones que nos alejen gradualmente de la voluntad de Dios como congregación.
Un esquema básico de los movimientos de la iglesia, creemos, debe estar basado en la Gracia de Dios para con cada uno de nosotros. Esta gracia es aceptada por la fe, establecida mediante la fe en acción concreta por los miembros de la iglesia, expresada en una actitud de mutualidad en ella.
Esta gracia en la que estamos como iglesia se manifestará como fruto del Espíritu en una actitud de servicio concreto hacia los no creyentes, especialmente hacia los más débiles. Esto es evangelismo de palabra y de hecho.
Así se formará un círculo virtuoso que se alimentará continuamente por medio de la vida impartida por el Espíritu Santo en cada uno de sus hijos.

Gracia – Fe - Acción concreta dentro de la iglesia - Acción concreta hacia fuera de la iglesia – Gracia – Fe – Acción dentro de la iglesia…y así sucesivamente.

Por gracia
Efesios 2:8 Porque por gracia habéis sido salvados mediante la fe; esto no procede de vosotros, sino que es el regalo de Dios,
2:9 no por obras, para que nadie se jacte.

Por medio de la fe
Romanos 5:1 Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo;
5:2 por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.

Fe que acciona primero entre los hermanos (mutualidad)
Romanos 12:10 Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros.

Fe que acciona en beneficio de la comunidad
Santiago 2:26 Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta.

Siempre es por gracia; siempre es por fe; siempre la fe produce obras; siempre las obras empezarán hacia los hermanos y hacia los más débiles; siempre las obras serán también para presentar el Evangelio por Palabra y hecho, por gracia por medio de la fe.
En definitiva: La gracia se acepta por fe y produce obra de Dios en nosotros y a través de nosotros.
Dios da Gracia, la que se acepta por Fe y se pone en Acción (mutualidad) y Acción por evangelismo de hecho y Palabra; y esto es por Gracia y así sucesivamente con la dinámica que Dios le marque a cada uno de sus hijos en consenso con los hermanos en amor.
En este consenso habrá de ponerse especialmente énfasis en el testimonio y el peso de la palabra de aquellos que emitan su opinión.
Hay un peso en la Biblia que se manifiesta en las opiniones de los líderes que Dios establece, y éstos la tienen que avalar, a su vez, con los hechos.

Hebreos 13:17 Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no os es provechoso.

El autor de la carta a los hebreos nos insta a estar sujetos a nuestros pastores (veremos más adelante con mayor detalle cada uno de los ministerios del cuerpo de Cristo). Baste solamente agregar que la Palabra dice: “…porque ellos velan por vuestras almas…”
Oremos a Dios para que cada uno de los pastores/maestros tenga un corazón verdaderamente interesado en las ovejas que Dios le concede para su cuidado.

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Ser cuestionadores, mas no discutidores

Es necesario también hacer uso de una interpretación desde la duda y el cuestionamiento, ya que es esta una actitud sana que hoy, quizás, se ha perdido o se ha interpretado como una actitud irreverente ante una gran cantidad de “iluminados”, quienes se han erigido con la pretensión de ser considerados incuestionables.

Preferimos el consejo paulino:
“Examinadlo todo, retened lo bueno” 1 Tesalonicenses 5: 21.

Hay en la Biblia el conocido ejemplo de los de Berea:

Hechos 17:10 Inmediatamente, los hermanos enviaron de noche a Pablo y a Silas hasta Berea. Y ellos, habiendo llegado, entraron en la sinagoga de los judíos.
17:11 Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así.
17:12 Así que creyeron muchos de ellos, y mujeres griegas de distinción, y no pocos hombres.

Estos de Berea son un muy buen ejemplo de la postura a adoptar en cuanto a “nuevos” anuncios.
Primero veo si está en la Palabra; leo, analizo, profundizo, escudriño y recién después creo y acepto.
Los de Berea no lo aceptaban porque el que lo decía era un “gran predicador” o un gran “teólogo”.
Solo lo aceptaban porque lo veían en las Escrituras.
¡Y podían hacer esto porque conocían las Escrituras!

Las grandes preguntas a ser contestadas en este tipo de planteos pueden ser las siguientes: ¿En qué parte de la Palabra de Dios se encuentra lo que exponemos o nos exponen? ¿En qué lugar de la Biblia se encuentra aquello que practicamos y que consideramos como sagrado e irrenunciable? ¿En base a qué regla exegética sostenemos aquello que sostenemos?
Volveremos sobre este ejemplo en este mismo capítulo más adelante.
Ahora bien, podemos decir una y mil veces que el Canon bíblico fue cerrado y que quien agregue algo a la Palabra de Dios sea anatema.
Mas a la hora de las definiciones, la tradición tiene un peso que puede hasta generarnos una culpa insostenible, como si estuviéramos violentando reglas sagradas, cuando en realidad, a la luz de la Biblia no es así y en algunos casos indica lo contrario.
Hoy es imprescindible desechar absolutamente todo aquello que no es un claro principio bíblico.
Esto, por ejemplo, se puede apreciar en la relación inmediata que muchos hacen entre la palabra iglesia con el edificio y, en segunda instancia, creer que si no hay templo no hay iglesia. Algo más grave todavía, sería pensar que si una congregación no pertenece a una denominación no es iglesia.
Volvemos y volveremos con esta pregunta: ¿En qué parte de la Palabra de Dios se afirman los que piensan así? ¿En base a qué principio bíblico?
Reiteramos: es imprescindible en este tiempo y siempre que desechemos toda tradición y apliquemos a nuestras vidas aquellos principios que se expresan con toda claridad en la Palabra de Dios.
Muchas veces, muchos de nosotros somos tildados de demasiado exigentes e idealistas en nuestro planteo. Pero cuando vemos que muchas de las cuestiones que nos causan rechazo son las mismas por las que el común de la gente se aleja de la fe y no quiere saber nada con las iglesias, entonces el planteo se hace una cuestión de peso en nuestras vidas y un testimonio a dar, como una forma de expresión de la Voluntad de Dios.
Esta forma, una opción de congregarse por nosotros elegida, intenta ser la manera de relacionarnos con Dios y con nuestro prójimo desde la forma más natural y amigable posible:
-Desde lo cotidiano, desde el compartir una comida como un gesto de camaradería y compañerismo, interesado en el otro en una comunión natural, involucrada y responsable.
-Desde el simple llamado telefónico y del estar compartiendo las circunstancias cotidianas.
-Desde el anonimato de los que coordinan los diferentes hogares para hacer que así el mérito y el reconocimiento sea sólo para el Rey de reyes y Señor de señores.
Una fe cotidiana, sencilla y testimonial, que haga de la ayuda mutua y de la ayuda a los más débiles, una sana costumbre y un hábito irreemplazable.

Mateo 25:35 Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis;
25:36 estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí.
25:37 Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber?
25:38 ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos?
25:39 ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti?
25:40 Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.

Reiteramos: Una fe cotidiana sencilla y testimonial, que haga de la ayuda mutua y de la ayuda a los más débiles, una sana costumbre y una hábito irreemplazable.

Mateo 25: 40 “…en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.”

Si Jesucristo se identificó con los más débiles y pequeños, a Él serviremos sirviendo a aquellos con los que se identificó.

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Posibles críticas

A lo largo de la historia se han visto unas cuantas formas de prácticas, que si bien no van en contra de lo recomendado en la Palabra de Dios, por lo menos no pueden ser tenidas en cuenta como única posibilidad.
Decimos esto ya que en la actualidad si alguien dice iglesia (mal interpretando su significado) nos vendrán a la mente una serie de imágenes que harán una composición mental de nuestro concepto de la misma.

Dichas imágenes pueden ser las siguientes:

a- Un edificio
Con su acceso, su símbolo correspondiente (una cruz o algo alusivo al cristianismo), y su correspondiente mobiliario: bancos dispuestos en una dirección determinada, que tiene como fondo otro símbolo o algún texto que nos remite a la fe.
Un púlpito que, por lo general, es instrumento utilizado por aquellos que están autorizados a expresar ideas que se trasmiten como Palabra de Dios.
Generalmente, estos edificios pertenecen a instituciones que son avaladas por gobiernos de las diferentes naciones y figuran en sus respectivos registros de culto.
Hay una estructura de poder en dicha forma de congregarse, en la que el edificio juega un papel simbólico de importancia. Esto hace que el individuo, de alguna forma, se vea condicionado por un sin número de prejuicios, que tiene que ver con la fuerza institucional y con la fuerza de UNA forma de congregarse.
Esto NO se desprende necesariamente de la Biblia sino de la tradición y limita el derecho de expresión de los miembros que forman parte del cuerpo de Cristo que es la Iglesia.
Sobre el lugar de reunión, podemos decir que el Nuevo Testamento NO habla de templo sino en lo referente al templo judío, ; que no había templos cristianos, y que no es un requisito que la Palabra de Dios ponga para que exista iglesia.

El templo se presta a confundir y a sustituir el “ID” que el Señor Jesucristo nos ordenara por el “Que ellos (los no creyentes) vengan”.

Mateo 28:18 Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.
28:19 Por tanto, ID, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;
28:20 enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.

Se puede notar que la inmensa mayoría de las actividades de las congregaciones tienen al templo como centro de ellas, con lo cual el “ID” se hace difícil de apreciar, entender y practicar. Dios no habita en edificios levantados por manos humanas, como vimos anteriormente.
Un edificio (templo) alquilado acarrea una cantidad enorme de dinero; y si no es alquilado, su mantenimiento demanda también una inmensa cantidad de dinero.
Nuestra opción es dedicar este dinero, que no es poco, a la consagración a Dios mediante la ayuda a los más débiles: primeramente a los de la fe y luego hacia la comunidad.
Este tema se desarrollará con mayor extensión en uno de los próximos capítulos.

Queremos adelantar, simplemente, que nuestro servicio será gratuito, es decir, que viviremos de nuestros trabajos y dedicaremos nuestros dones y talentos absolutamente ad honorem a Dios nuestro Padre, a nuestros hermanos de la congregación y a nuestro prójimo, sobre todo a los más débiles.

Nuestra decisión es reunirnos en hogares y esto debe ser entendido de esta forma: es una opción elegida voluntariamente por nosotros, opción que escogemos por ver en ésta grandes ventajas que nos alivianan el camino como creyentes, pues nos desliga de atender estructuras que a nuestro juicio son innecesarias.

b- Un pastor (profesional)
En cuanto al servicio, creemos que en principio debe haber un llamado claro de Dios, que será confirmado por la iglesia a quien hablará Dios en su conjunto.
Si nos guiamos por el llamamiento que el Espíritu Santo hace a Pablo y a Bernabé en la iglesia de Antioquía, podemos afirmar sin temor a equivocarnos, que Dios primero llama a los directamente implicados en este llamado, en este caso Pablo y Bernabé. Lo mismo hará con nosotros.

Hechos 13:1 Había entonces en la iglesia que estaba en Antioquia, profetas y maestros: Bernabé, Simón el que se llamaba Niger, Lucio de Cirene, Manaén el que se había criado junto con Herodes el tetrarca, y Saulo.
13:2 Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado.
13:3 Entonces, habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron.

Esto es muy claro, el Espíritu Santo dice: “…para la obra a que los he llamado.”
Dios ya los había llamado a ellos en primer lugar. Pero como esto es corporativo, es decir, la iglesia es un cuerpo, Dios comunica a ésta el llamado que les había hecho a ellos.
Dios confirma el llamado a la iglesia, pero ¿a quiénes? La respuesta también está en el pasaje: A los profetas y maestros que estaban ministrando y que estaban sirviendo al Señor. Además aclara que lo buscaban negando sus propios intereses corporales: lo buscaban con ayuno. Todo el pasaje expresa sentido de cuerpo y a Cristo como la Cabeza de la iglesia comandando.
Esto no quiere decir que la iglesia de Antioquía fuera perfecta, NO. Simplemente quiere resaltar que este pasaje nos fue dado para que entendiéramos la forma en que Dios desea que su iglesia se mueva.

Un apóstol o un profeta o cualquier otro ministerio jamás será producto de una autoproclamación

Volviendo a nuestro tema principal -que es el sentido de cuerpo de Su iglesia y cuáles son las virtudes que debemos ver y buscar, ellas serán las que Dios ve y deja señalar a través de ejemplos en la Biblia.
Ser un profesional de la teología NO es un requisito para ser pastor/maestro o para ser apóstol o profeta.
¿Estamos diciendo con esto que los estudios teológicos no sirven? Nadie entienda esto; estamos diciendo que pueden ser un excelente complemento pero no más que esto.
Pedro el apóstol fue un simple pescador y sin embargo el Señor de Señores le confió a sus propias ovejas.

Juan 21:15 Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos? Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Él le dijo: Apacienta mis corderos.
21:16 Volvió a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le dijo: Pastorea mis ovejas.
21:17 Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? Y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas.

Pedro era un simple pescador pero conocía a Jesús y lo amaba y el mismísimo Cristo lo nombra pastor, y le dice: ¡Pastorea!
¿Y qué le dice, pastorea tus ovejas? NO, le dice: “…pastorea mis ovejas”; le confió sus ovejas a un simple pescador.
Pero este simple pescador era un hombre de Dios, fiel.
Un seminario no otorga un corazón de pastor, porque un corazón de pastor es un regalo de Dios.
Por lo general se pretende que un pastor tenga estudios teológicos cursados en seminarios o institutos que deberán estar reconocidos por las diferentes denominaciones, y si están reconocidos por el Ministerio de Educación de la Nación, tantísimo mejor. ¿En qué parte de la Palabra de Dios se encuentran estos requisitos?
Dicho pastor, como es costumbre, hará uso del púlpito de forma casi exclusiva y hablará desde una posición en que toda la congregación lo observe.

La característica fundamental de la iglesia como cuerpo de Cristo es la relación de cada miembro con la Cabeza, que es el mismo Jesús, y a su vez la relación de mutualidad entre los miembros.

Romanos 12:3 Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.
12:4 Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función,
12:5 así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros.
12:6 De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe;
12:7 o si de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza;
12:8 el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría.
12:9 El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo bueno.
12:10 Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros.

En la iglesia debe haber un sentido de mutualidad como conclusión lógica. En un cuerpo, las órdenes las da la cabeza y en la iglesia la cabeza es Cristo. Los demás miembros del cuerpo colaboran los unos con los otros para llevar estas órdenes adelante, cada uno en su lugar y haciendo lo que sabe y puede, de acuerdo con los dones y talentos que Dios ha otorgado; siempre en beneficio y para crecimiento del cuerpo.

Dios guarde que nuestra posición sea interpretada como una crítica destructiva a los que de corazón sincero sirven a Dios.
Sin embargo, también queremos expresar que no vemos en la Palabra de Dios una profesionalización del ministerio pastoral ni de ningún otro.
Lo importante de todo ministerio es el llamado y la forma como se responde al llamado.
Las dos condiciones son importantes, ya que si alguien es llamado por Dios a un ministerio y su respuesta hace que se entienda esto como una posición de dominio sobre la congregación, tal llamado no estará acorde con los designios del Señor.

Pastores y maestros
Ser pastor no es algo diferente de ser maestro, creemos que ambas palabras forman un solo ministerio.

Efesios 4: 11 “Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros…”

Notemos que el texto separa en grupos mediante los signos de puntuación a los apóstoles; los profetas; los evangelistas; y une en un solo grupo a pastores y maestros. No se puede ser pastor sin ser maestro y no se puede ser maestro sin ser pastor.
Por más que se niegue, hay un rango clerical en las congregaciones de hoy en día: éste existe aunque no abiertamente.
Aquél que es miembro de una iglesia, sabe tácita e implícitamente que su opinión no vale lo mismo que la de un pastor o la de un “apóstol” por más que el planteo sea bíblico. ¡Esto es lo lamentable!
No hay lugar para este argumento a la luz de la Palabra y no vale el peso de la vida diaria.
De inmediato se le dirá: “¿Y vos quién sos? ¿Cuáles son tus frutos para cuestionar?”
Si algún pastor tiene renombre, afirme lo que afirme, será aceptado como verdad.
La sana práctica de los de Berea ha quedado muy atrás y quien hoy la practique será tildado, cuando menos, de molesto o irreverente, mas el juicio de Dios será otro y este juicio es el que vale.
Volvemos sobre el siguiente pasaje ya visto anteriormente:

Hechos 17:10 Inmediatamente, los hermanos enviaron de noche a Pablo y a Silas hasta Berea. Y ellos, habiendo llegado, entraron en la sinagoga de los judíos.
17:11 Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así.

Así como en la Biblia no está de más ni una jota ni una tilde, tampoco este pasaje.
Los de Berea hicieron un planteo muy sencillo y por sencillo es aún más atractivo y sano y es el siguiente: Si está en la Palabra de Dios, creo y si no está, no creo.
Sencillito, sabio, valiente.

Lo lamentable hoy es que este planteo no se hace y a aquellos que en una sana actitud quieren hacerlo se los censura o se los trata de rebeldes e irreverentes. Así avanzaron falsos profetas que le permiten a Satanás llevar adelante su ataque final, el ataque implosivo, es decir desde adentro.
Cabe aquí aclarar que para saber si un planteo es bíblico o no, es necesario conocer la Biblia e intercambiar opiniones acerca de ella, habiendo antes pedido la iluminación que sólo puede darnos el Espíritu Santo.

Jesús dijo contundentemente que el que quiera conocer conocerá, y esto también es por la fe.

Juan 7: 17
“El que quiera hacer la Voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta”

c- Un público a quien predicarle
El peligro al que nos exponemos en este tipo de relación institución es la pasividad y la sumisión a una forma que, de alguna manera, impide nuestro desarrollo. Ser pastor no es algo diferente de ser maestro y si nos fijamos detenidamente en el pasaje veremos lo siguiente:

Efesios 4:11 Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros,

San Pablo nos expone aquí cuatro ministerios y no cinco; estos son:

Apóstoles
Profetas
Evangelistas
Pastores y maestros

La composición sintáctica del versículo en sus signos de puntuación nos marca la diferenciación que el autor quiere remarcar. La puntuación que tenemos que tener en cuenta es, en este caso, “punto y coma”. Sería así según nuestro criterio:

“…a unos, apóstoles;
“…a otros profetas;
“…a otros evangelistas;
“…a otros pastores y maestros;

Se concluye de esto que no se puede ser pastor sin ser maestro, tanto como no se puede ser maestro sin ser pastor.
Alguien que está llamado a enseñar la Palabra habrá de serlo en el campo “teórico” como en el campo práctico y pastoral, en cuanto al cuidado del creyente se refiere.
Esto sin profundizar en la palabra teórico que describe a uno que “ve” y nadie ve algo que no existe sino algo real. Es decir la enseñanza teórica, abstracta de “palabra” no existe en la Biblia.
Alguien que esté llamado a ser pastor y a cuidar a las ovejas con diligencia también enseñará la Palabra; es decir que ambos términos son complementarios de un solo ministerio.
Nosotros lo llamaremos pastores/maestros.
Desde que la Palabra fuera escrita han pasado casi dos mil años y en una franja muy importante de este tiempo la iglesia no ha nombrado ni ha definido qué es un apóstol y un profeta. Es en estos momentos cuando aparecen repentinamente una cantidad de supuestos “hombres y mujeres de Dios” que se autodenominan apóstoles y profetas.
Desde ya, la Palabra de Dios no autoriza absolutamente a nadie a autodenominarse con ningún título; es el cuerpo de Cristo el que evalúa y son los hombres y mujeres probos, en consenso y por la directiva del Espíritu Santo, quienes los nombran.
Esto cuenta actualmente con el agravante de que los que se autodenominan, lo hacen desde una posición de superioridad y de mando ligado a un poder carnal y no del Espíritu Santo: pesan los factores de poder y de “poder” ejercer dominio sobre los demás.
Tal situación requiere de un público que diga amén, pero muchas veces esos “amén” (así sea) se dicen a afirmaciones que no figuran de modo alguno en la Palabra de Dios, con lo cual quienes afirman están siendo cómplices (a veces sin saberlo o sin quererlo) de los que dicen falsedades desde el frente.

Cada uno de nosotros somos responsables de creer lo que creemos, somos responsables de saber si lo que asentimos es bíblico o no.
¡Y si no lo es, es mejor que no digamos amén ni nada que se le parezca!

Se ha transformado a las iglesias en espectáculos, y es necesario que estemos firmes en cuanto a lo que creemos que es una iglesia, para así actuar en consecuencia, sabiendo que el Dios Altísimo pedirá cuentas a cada uno por esto.
Es imprescindible que seamos claros y radicales al respecto ya que en este asunto nos va algo muy importante para Dios y para nosotros: nuestro testimonio a la comunidad no creyente.
Si los miembros del cuerpo de Cristo actúan pasivamente, estos “iluminados” edificarán sus “ministerios” personalistas. Entonces habremos errado al blanco de un modo categórico y habremos sido cómplices de ellos.
Para este tipo de interpretación, un apóstol sería más que un pastor, y más que un profeta, Y un profeta sería más que un pastor y maestro, y un evangelista sería algo menor que apóstol y que un profeta.
Es decir, se han generado jerarquías que no cuentan con el aval de la Palabra de Dios.
La palabra de Dios no nos habilita a competir entre nosotros sino que nos insta a la ayuda mutua. Y esta ayuda mutua también es para nuestros ministerios, que serán siempre complementarios y jamás pueden ser utilizados para desunión o para competencia.
Llevado al ejemplo de la iglesia como cuerpo, esto es tan ridículo y descabellado como pretender que el brazo izquierdo compita con la pierna derecha, o que los ojos compitieran con el páncreas, … una verdadera incoherencia.
En el cuerpo, cada uno tiene su lugar y por tanto cada uno cumple un rol irremplazable.
Su natural desempeño es ayudar a que el cuerpo esté sano y creciendo, coordinado por la cabeza que, en el caso de la iglesia, es nada más ni nada menos que Jesucristo Hijo de Dios.

Nuestros Fundamentos: Capítulo 1, "Las iglesias de las casas: Una forma de congregación"SocialTwist Tell-a-Friend

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Señales de los últimos tiempos

Requisito para pertenecer a la iglesia de Jesucristo

“La iglesia es la única comunión fraternal en el mundo cuyo único requisito para integrarla es la falta de mérito del candidato.”

Robert Munger