jueves, 18 de marzo de 2010

Nuestros Fundamentos: Capítulo 4, "Reunidos alrededor de Su Palabra"

Capítulo IV

Reunidos alrededor de Su palabra.

Salmos 119:8 Tus estatutos guardaré;
No me dejes enteramente.
119:9 ¿Con qué limpiará el joven su camino?
Con guardar tu palabra.
119:10 Con todo mi corazón te he buscado;
No me dejes desviarme de tus mandamientos.
119:11 En mi corazón he guardado tus dichos,
Para no pecar contra ti.
119:12 Bendito tú, oh Jehová;
Enséñame tus estatutos.
119:13 Con mis labios he contado
Todos los juicios de tu boca.
119:14 Me he gozado en el camino de tus testimonios
Más que de toda riqueza.
119:15 En tus mandamientos meditaré;
Consideraré tus caminos.
119:16 Me regocijaré en tus estatutos;
No me olvidaré de tus palabras.
119:17 Haz bien a tu siervo; que viva,
Y guarde tu palabra.
119:18 Abre mis ojos, y miraré
Las maravillas de tu ley.

Dios nos guiará siempre a que como iglesia nos reunamos en el Nombre de Jesús de Nazaret según Su Voluntad; y también sabemos que por medio de su Espíritu nos hará saber todas las cosas que siempre estarán en armonía con su Palabra… reiteramos siempre estarán en armonía con su Palabra.

La palabra de Dios fue inspirada por el Espíritu Santo y hoy, luego de la resurrección, cuando Dios nos diera la venida y la guía de su Espíritu, su guía estará siempre de acuerdo con lo escrito en ella. Dios no se contradice y no hay mudanza ni sombra de variación en Él.


Malaquías 3:6 Porque yo Jehová no cambio; por esto, hijos de Jacob, no habéis sido consumidos.

Juan 16:13 Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir.
16:14 El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber.

Hebreos 13:8 Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos.

Santiago 1:17 Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.
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La Biblia: Palabra de vida

Juan 6:68 Le respondió Simón Pedro:
Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.

Es a través de la Biblia como hemos llegado al conocimiento de Cristo como nuestro Salvador, es a través de Su Palabra como hemos obtenido nueva vida por gracia por medio de la fe. Hoy contamos con la inmensa bendición de poder acceder al conocimiento de Dios por medio de la misma. De esto podemos dar fe todos aquellos que hemos nacido de nuevo por la gracia de Dios al haber depositado nuestra fe en Cristo Jesús.
Esto forma parte de uno de los tantos misterios de Dios ya que no sabemos porqué Él, en su infinita sabiduría, quiso que fuera por este medio que nosotros accediéramos al conocimiento de su Plan y de su Voluntad.
En todos los casos la Palabra de Dios intentará procurarnos vida. Decimos que intentará darnos nueva vida ya que Dios es respetuoso de nuestras decisiones y cierto es aquello que dice que la puerta de nuestras vidas tiene un solo picaporte y está del lado de adentro. Dios se impuso a Sí mismo el llamarnos sin forzar ni violentarnos y aquél que sinceramente crea, lo hará como un acto de su propia voluntad.

Apocalipsis 3:20 He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.

Dios dará vida nueva si y solo si nosotros lo invitamos a que sea nuestro Salvador. Este principio de dar vida es así aún para aquellos que rechazan el mensaje, ya que por medio de la Palabra de Dios el Espíritu Santo estará procurando por todas las formas posibles nuestro arrepentimiento y fe en Cristo, condiciones imprescindibles para tener nueva vida. El Espíritu de Dios, por medio de la Biblia, siempre querrá traer vida; solo que algunos la rechazan y por esto, solo por esto, se condenarán a sí mismos.

2Pedro 3:9 El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.

La Palabra de Dios actuará como instrumento para el nuevo nacimiento de aquellos que sinceramente busquen a Dios en arrepentimiento de sus pecados y en fe en Jesucristo.

Romanos 10:17 Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.

Juan 3:5 Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.
3: 6 Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.
3:7 No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo.

Ahora bien, una vez ocurrido este nuevo nacimiento es necesario estar nutridos continuamente por la Palabra de Dios, ya que un recién nacido es un bebé, en este caso un bebé espiritual.

1Corintios 3:1 De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo.
3:2 Os di a beber leche, y no vianda; porque aún no erais capaces, ni sois capaces todavía,
3:3 porque aún sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres?

Por lo general, el recién convertido o, en las palabras del Señor Jesús, el recién nacido espiritualmente, tiene una gran necesidad de alimentarse de la Palabra de Dios. Muchas veces ocurre que este ejercicio se va perdiendo por acostumbramiento, por negligencia, por indiferencia, etc. La lectura y estudio de la Palabra de Dios nos sostendrá y alimentará nuestra fe, siendo uno de sus frutos el nuevo nacimiento y la permanencia en cada uno de sus hijos fieles.

1Pedro 1:22 Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro;
1:23 siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre.

Salmos 119:25 Abatida hasta el polvo está mi alma; Vivifícame según tu palabra.

Lo cierto es que la Palabra de Dios debe correr en nosotros; debemos estar llenos de la Palabra, porque estar llenos de la Palabra es estar llenos de Dios mismo.

Colosenses 3:16 La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales.

Esto no refiere a un conocimiento meramente intelectual sino a un conocimiento espiritual. Es nuestro espíritu el que necesita recibir vida del Espíritu Santo y esto se hará por medio de la lectura profunda de la Biblia. Aquello que Jesús denominara escudriñar.

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La Biblia, Palabra espiritual: De Espíritu a espíritu.

Salmo 42:7 Un abismo llama a otro a la voz de tus cascadas;
Todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí.

Un abismo llama a otro abismo al sonar de tus cascadas…
La Biblia es un libro y/o un conjunto de libros que fueron inspirados por Dios y escrito por el Espíritu Santo, obrando por medio de algunos de sus hijos fieles a través de la historia. Estas letras impresas hoy no son solo eso, son mucho más, infinitamente más.

La Biblia es un libro espiritual: por lo tanto, quien se acerque a él para un mero conocimiento intelectual obtendrá solo eso, conocimiento intelectual.

Sabrá fechas, personajes, historias, lugares, circunstancias políticas referidas a dichas historias, no más. Su espíritu habrá permanecido de la misma forma antes y después de obtener dichos conocimientos.
Es importante saber que todo hombre y mujer que habita en esta tierra tendrá que nacer de nuevo si quiere ver el reino de Dios. Y este nuevo nacimiento no se produce en el conocimiento intelectual, sino en nueva vida para el espíritu muerto de todo hombre que no ha procedido al arrepentimiento y fe en Cristo.
San Pablo lo llama el hombre natural, el que no ha nacido de nuevo, el que se pierde en su pecado por no haber procedido al arrepentimiento y fe en Jesús.

1 Corintios 2:14 Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente.

Este hombre natural no logrará entender la Palabra de Dios espiritualmente, no porque no pueda sino porque no quiere. Es por esto que podremos conocer a muchos intelectuales que hayan leído la Biblia y que la conozcan de tapa a tapa, pero no han recibido vida en su espíritu. Aunque duela decirlo: están muertos en espíritu, están separados de Dios y de su gloria.

Lucas 9:59 Y dijo a otro: Sígueme. El le dijo: Señor, déjame que primero vaya y entierre a mi padre.
9:60 Jesús le dijo: Deja que los muertos entierren a sus muertos; y tú ve, y anuncia el reino de Dios.

En este pasaje podemos apreciar que un muerto puede enterrar a otro muerto. ¿Y cómo es esto posible? Esto es posible porque hay muerte espiritual (separación de Dios por el pecado) y muerte corporal. Muerte sería equivalente a separación en este sentido.

Hebreos 9:27 Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio,
9:28 así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan.

Una muerte espiritual (separación de Dios) que se produjo en el Edén cuando pecamos en Adán y esta muerte tiene como consecuencia la muerte física de la que nos habla la Carta a los Hebreos. Así podremos entender el pasaje de Lucas 9: 59; un muerto espiritual entierra a alguien que murió físicamente.
El hombre natural, el que está muerto (separado) en espíritu de Dios, y que no quiere proceder al arrepentimiento y a la fe, no podrá entender la Biblia porque parte de su prejuicio de no arrepentirse, es decir, de su prejuicio de considerarse justo delante de los ojos de Dios.

Si hay búsqueda sincera: ¡Dios obrará sin dudas!
Pero esta búsqueda sincera es un requisito imprescindible, reiteramos es un requisito imprescindible, y todos sabemos en nuestro interior cuando estamos siendo sinceros y cuando no.

Un abismo llama a otro abismo, el espíritu de Dios es un abismo infinito ¿Quién podrá abarcarlo? Mas el espíritu del hombre también es un abismo. Es por esto que el salmista clama diciendo: “Un abismo llama a otro abismo”. Un espíritu llama a otro espíritu, y el primer llamado que hace Dios a todos los hombres y mujeres es al arrepentimiento y a la fe en Jesús el Hijo de Dios, al nuevo nacimiento.
La Palabra de Dios, la Biblia, es en este sentido un instrumento en las manos de Dios; y lo primero que busca cuando aún no lo conocemos es justamente eso: que lo conozcamos y que creamos en Su Hijo Cristo.

Juan 17:8 porque las palabras que me diste les he dado; y ellos las recibieron y han conocido verdaderamente que salí de ti, y han creído que tú me enviaste.

Y sigue más adelante:
Juan 17:20 Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos,
17:21 para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.

Dice: “…los que han de creer en mí por la palabra de ellos…”
Es evidente que el Espíritu Santo nos da vida por medio de la Palabra de Dios. Este es siempre el primer contacto con Dios como hijos suyos recién nacidos. Cabe aclarar que este nuevo nacimiento puede ser por aceptar a Jesucristo por el testimonio verbal de alguna persona que nos presenta el mensaje, pero también es cierto que es a través de la Biblia y a su tradición escrita que nosotros llegamos a conocer el mensaje de Dios para los hombres. En el nuevo nacimiento, Dios habrá tocado nuestro espíritu y le habrá dado nueva vida.
El resto de las veces que nos aproximemos a su Palabra roguemos que sea nuestro espíritu el que entre en contacto con Su Espíritu Santo para enseñarnos, nutrirnos y fortalecernos en Su propósito para nuestras vidas. Durante toda nuestra vida hemos de procurar que al leer o escudriñar la Biblia, nuestro espíritu entre en contacto con el Espíritu de Dios. No debería ser una rutina sino un gozo diario, ya que entrar en contacto con Su Palabra es entrar en contacto con Su propósito, con Su voluntad y con Sus principios.
La palabra de Dios, en definitiva, cumplirá con aquel versículo que nos dejara el apóstol Pablo: Se expresará a nuestro ser interior, a nuestro espíritu por medio de Su Espíritu Santo.

1Corintios 2:11 Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios.
2:12 Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido,
2:13 lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual.
2:14 Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente.

Para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, dice el apóstol; sí, para que sepamos, y nuestro saber que tenemos en Cristo acerca de aquello nos vendrá mediante el estudio de su Palabra. Acomodando lo espiritual a lo espiritual. El Espíritu Santo hablando a nuestro espíritu. Para esto es necesario que tengamos una actitud humilde y desprejuiciada al entrar en contacto con Su palabra y para hacer una sana interpretación de ella.
La misma actitud que tuvo el rey David cuando escribió:

Salmos 119:18 Abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley.

Biblia de las Américas
Salmos 119:18 Abre mis ojos, para que vea las maravillas de tu ley.

Abre mis ojos para que vea las maravillas de tu ley… Si alguien pide que se les abran los ojos para que vea algo, está diciendo que sin esa ayuda no está viendo.
Algo que parece tan simple y tan sencillo de entender es muchas veces nuestro primer error. Creemos que por haber leído reiteradamente un pasaje ya sabemos todo acerca del mismo y así invalidamos con nuestra actitud aquellas cosas que quizás Dios quiere enseñarnos.
La palabra de Dios es Palabra infinita y no son meras letras que unidas de cierta y determinada forma hacen sonido y sentido en nosotros. Es Otra la dimensión de la Biblia. Es dimensión espiritual y cumple con las reglas que Dios mismo ha establecido en ella.
Reiteramos:
2:14 Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente.

Nadie que se acerque a la Biblia creyendo que ya la conoce lo suficiente aprenderá nada de parte de Dios, sino todo lo contrario.

1Pedro 5:5 Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, Y da gracia a los humildes.

Es una ley que Dios se impuso a sí mismo: Dios resiste a los soberbios; y si nosotros nos aproximamos nada más y nada menos que a su Palabra creyendo que ya conocemos demasiado, entonces Dios no nos la revelará con mayor profundidad. Igualmente si partimos de algún prejuicio, seguramente éste prevalecerá hasta que sea destronado como se destrona a un ídolo.

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La Biblia: Alimento para la humanidad

Deuteronomio 8:3 Y te afligió, y te hizo tener hambre, y te sustentó con maná, comida que no conocías tú, ni tus padres la habían conocido, para hacerte saber que no sólo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre.

Mateo 4:4 Él respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.

La primera conclusión a la que podemos llegar en cuanto a esto es muy sencilla: La Palabra de Dios es alimento. Ahora bien, ¿Qué alimenta la Palabra de Dios? Así como nuestro cuerpo recibe alimentos de los que se nutre, nuestro espíritu se nutre de la Palabra de Dios.
Esto quizás se percibe de una manera muy contundente cuando Dios llega por primera vez a nuestra vida en el nuevo nacimiento, y así como un bebé se alimenta de aquellos nutrientes que le aporta su madre, el recién nacido del Espíritu Santo busca alimentarse de la Biblia. Es necesario remarcar que esto puede ir perdiéndose con el tiempo y es mejor estar prevenido acerca de esto.
Lo cierto es que la mayoría de nosotros no pasa más de doce horas sin sentir en su cuerpo la necesidad de ingerir alimentos, y una segunda conclusión lógica sería que así como ocurre con nuestro cuerpo físico, debiera ocurrir con nuestro espíritu.

Para esto es una buena cosa, ya desde el inicio de nuestra vida de fe, que separemos por lo menos 30 minutos al inicio del día para leer y estudiar la Palabra de Dios.

Si esto es así desde un inicio, se generará un buen hábito en nuestras vidas que nos será útil tanto para el desarrollo de nuestra vida cristiana personal, como para nuestra vida de fe comunitaria. Dios no nos va a revelar sus misterios y enseñanzas más profundas acomodadas a nuestra vida si no nos alimentamos diariamente de su Palabra.
San Pablo nos dice en la carta a los corintios que se espera que en nosotros haya un crecimiento espiritual.

Reiteramos porque nos parece de mucha importancia lo siguiente:
1Corintios 3:1 De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo.
3:2 Os di a beber leche, y no vianda; porque aún no erais capaces, ni sois capaces todavía,
3:3 porque aún sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres?

A los corintios todavía los dominaban algunas cuestiones que Pablo las llama carnales, tales como celos, contiendas, iras y demás. Por estas cosas se ve impedido de hablarles como cristianos crecidos y maduros y tuvo que darles de comer, todavía, alimento para niños (leche) y no para adultos (vianda).

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Cristo nuestro ejemplo: La Biblia, Escritura conocida por Jesús

Lucas 2:46 Y aconteció que tres días después le hallaron en el templo, sentado en medio de los doctores de la ley, oyéndoles y preguntándoles.
2:47 Y todos los que le oían, se maravillaban de su inteligencia y de sus respuestas.

Ya desde niño Jesús dejaba asombrado a los “adultos” con su conocimiento de la Palabra de Dios. Se maravillaban de su inteligencia y de sus respuestas.

Ahora bien, es una verdad surgida de la lógica más elemental, que sus respuestas requerían un conocimiento previo.
Es decir, para poder dar respuestas acerca de la Palabra de Dios, debía conocerla y para conocerla debía antes haberla leído y luego estudiado y escudriñado con fervor y gran dedicación.

Si Él es nuestro Maestro en todo, también lo debe ser en esto. Si Él no dejaba pasar un solo día sin dejar de escudriñar su Palabra y de orar al Padre, también nosotros debemos hacer lo mismo…
¿Por obligación? No, por conveniencia. Es necesario decir que leer su Palabra y orar al Padre nos conviene. Es mejor estar bien alimentados que débiles por no tener los nutrientes necesarios.
Conocer la Palabra nos alejará de las falsedades que tanto andan dando vueltas hoy en día. Conocer la Palabra de Dios nos evitará errar en nuestra vida y como comunidad.

Oseas 4:6 Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento. Por cuanto desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio; y porque olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos.

Mateo 22:29 Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Erráis, ignorando las Escrituras y el poder de Dios.

Si bien desde su juventud el Señor Jesús manifestó su conocimiento delante de los principales y los sacerdotes del templo, también sobre el final de los relatos del evangelio de Lucas se ve cómo en los días siguientes a su resurrección, dio muestras de su conocimiento sin igual y de cómo ver en la Palabra de Dios el cumplimiento de las profecías que hablaban acerca de Él.

La Palabra de Dios guarda una unidad monolítica y se remite a sí misma.
Es decir que un pasaje alumbra a otro y la mejor forma de interpretarla es a la luz de lo que la misma Biblia dice a través de todos los tiempos.

Así, esto alimentará también nuestra fe al ver cómo a través de toda la historia, hombres de diferentes condiciones sociales han escrito, inspirados por el Espíritu Santo, los diferentes libros que componen la Biblia y que remiten a quien es el centro de la misma: Jesucristo.

Lucas 24:25 Entonces él les dijo: ¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho!
24:26 ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria?
24:27 Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían.

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La Biblia: Nuestra guía

2 Timoteo 3:16 "Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia,
3:17 a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra."

Enseñar, redargüir, corregir, instruir, todo esto para que el Hijo de Dios sea enteramente preparado para toda buena obra.
Si recordamos aquello que dijera Jesús de sí mismo en cuanto a Pastor de las ovejas, podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que la oveja es uno de los animales que pierde con más facilidad el rumbo. La oveja extraviada es una figura común para nosotros y es como para tomar en cuenta este tipo de comparación ya que nosotros, como creyentes, también cumplimos con éstas características.
Otro de los motivos para agradecer a Dios por su Palabra es que ésta nos ha sido dada como una guía para nuestras vidas. David como pastor sabía de estas situaciones en su oficio, aún desde muy niño. Es por esto que él decía: “El Señor es mi pastor…” en el conocido Salmo 23. Y es el mismo David que tomaba a la Palabra de Dios como guía, estatuto, ley.

Salmos 17:4 En cuanto a las obras humanas, por la palabra de tus labios
Yo me he guardado de las sendas de los violentos.
17:5 Sustenta mis pasos en tus caminos,
Para que mis pies no resbalen.

Esta Palabra de Dios será siempre para nuestro bien y su consejo nos evitará problemas, al tiempo que nos dará también principios para actuar en nuestra vida en situaciones concretas.

Todo lo que dijimos y diremos en este capítulo acerca de la Palabra de Dios no habrá significado nada si no nos tomamos por lo menos 30 minutos por día para leerla, escudriñarla y aprenderla.

¡Dios nos dio su Palabra para que nuestros pies no resbalen! Buenas resoluciones de hoy nos evitarán problemas mañana.

Lucas 11:28 Y él dijo: Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan.

En tiempos de tantas tinieblas y oscuridad que han invadido la tierra es bueno afirmar junto con el rey David:

Salmos 119:105 Lámpara es a mis pies Tu palabra, y lumbrera a mi camino.

Este querer ser guiados por la Palabra de Dios y el pedir fuerzas para cumplir con lo que Dios nos demanda es una muestra de amor. Tanto es así que Jesús nos dice que la muestra real de nuestro amor hacia Él es guardar su Palabra.

La palabra es el parámetro de nuestro amor hacia Dios; el que ama a Cristo su palabra guardará.
No es cuestión de sentimientos, ni se basa en sensaciones, ni en emociones sino que el verdadero parámetro de nuestro amor a Cristo es nuestra obediencia a su Palabra.

Santiago 1:22 Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos.

Podemos llorar, reír, patalear de felicidad y gozo, mas si esto no redunda en obediencia a la Palabra de Dios en actitudes concretas, habrá sido heno, madera y hojarasca que el fuego la consumirá no dejando nada, habrá sido una ilusión.
Aclaremos una obviedad: el gozo del Señor puede ser una de sus manifestaciones al igual que su paz y cada aspecto del fruto del Espíritu Santo; no estamos negando esto.
Sí negamos que cualquier manifestación interna sea parámetro para medir nuestro amor por Jesús, ya que dicho parámetro ha sido establecido por Él mismo y está expresado en el siguiente versículo:

Juan 14:23 Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él.
14:24 El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió.
14:25 Os he dicho estas cosas estando con vosotros.
14:26 Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.

Es evidente que para guardar su Palabra hay que conocerla.
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Jesucristo el Señor como centro del mensaje de Dios en su Palabra

Es imprescindible que desde nuestro nacimiento espiritual tengamos un concepto claro de lo que significa la unidad de la Palabra de Dios.

Desechamos de plano la división hecha de la misma en Antiguo y Nuevo Testamento.
Podremos hacer referencia a esto como una forma de ubicarnos para encontrar algún pasaje, mas no como una división de ella.
Muchísimo menos en cuanto a su contenido esencial y a su mensaje salvífico.

En primer lugar, diremos que en los primeros años de la iglesia, el denominado Antiguo Testamento era la única Palabra inspirada a la que se tenía acceso. Y también, es necesario decir que cuando alguien quería saber si en Cristo estaba el cumplimiento de lo profetizado recurrían a lo dicho por los profetas, los Salmos y demás libros.

Cristo no vino para anular el denominado Antiguo Testamento, ni su ley ni sus profetas, sino a cumplir con lo escrito.

Mateo 5:17 No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir.
5:18 Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido.
5:19 De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos.
5:20 Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.
5:21 Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio.
5:22 Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego.

Jesucristo no vino para abrogar sino para cumplir, es decir que todo lo dicho por los profetas, la Ley mosaica y los Salmos en Él tuvo cumplimiento. El denominado Antiguo Testamento no fue despreciado por Él ni por los Apóstoles. Estar en la gracia es estar en una ley mucho más exigente que es la Ley de Cristo, la del Espíritu, la Ley por Él dada. Esto se ve claramente cuando dice “…oísteis que fue dicho…mas Yo os digo…” Siempre el “Yo os digo” es más exigente, pero para esta exigencia mayor ha dado de su Espíritu Santo, el que obrará en nosotros para llevar adelante tal exigencia.
No entraremos en este tema en particular, solo diremos con San Pablo:

Romanos 7:7 ¿Qué diremos, pues? ¿La ley es pecado? En ninguna manera. Pero yo no conocí el pecado sino por la ley; porque tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás.

Cristo es superador de la Ley de Moisés: por medio de ella conocemos nuestro pecado y somos quebrantados, mas la ley es santa y siempre el Espíritu nos llevará a la santidad resumida en los dos mandamientos más importantes, que al decir de Cristo son:

Mateo 22:36 Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley?
22:37 Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.
22:38 Este es el primero y grande mandamiento.
22:39 Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
22:40 De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.

La Biblia entera habla de Cristo y esto, de tapa a tapa, sin división alguna.

Lucas 24:25 Entonces él les dijo: ¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho!
24:26 ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria?
24:27 Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían.

Volvemos otra vez sobre este pasaje con el solo propósito de dejar establecido que en las propias Palabras de Jesús esto fue afirmado de modo contundente.
Lamentablemente nosotros hemos hecho una división de la Biblia en Antiguo y Nuevo Testamento que, además de ser un agregado humano, nos ha llevado a una división innecesaria.

La Palabra de Dios guarda unidad desde el Génesis hasta el Apocalipsis y sin división alguna.

Esto se ve claramente dicho por el mismo Hijo de Dios al afirmar que Él les declaraba cómo aún desde Moisés y siguiendo por lo profetas la Escrituras hablaban de Él. Indudablemente, Jesucristo es el centro del mensaje bíblico y sin temor a equivocarnos podemos afirmar que el versículo central que demuestra lo anteriormente expuesto es el siguiente:

Juan 3:16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

Este mensaje de salvación en Cristo que nos ofrece la Palabra de Dios era el que predicaba Pablo y se espera que todo creyente esté dispuesto a compartirlo con aquellos que no lo conocen. Por esto es necesario también conocer la Palabra de Dios, ya que Él actuará en nosotros dándonos argumentos para comunicar su mensaje.

1Co 15:3 Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras;
1Co 15:4 y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras;
1Co 15:5 y que apareció a Cefas, y después a los doce.

Cristo, como centro del mensaje de la Biblia, nos llama a ser sus testigos y a anunciar su mensaje. Para esto es necesario conocer la Palabra de Dios profundamente.

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La Biblia como espada inquebrantable de Dios

Mateo 4:1 Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo.
4:2 Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre.
4:3 Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan.
4:4 Él respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.

Extendiéndonos un poco en el pasaje de la tentación a Cristo podemos ver, en principio, que Satanás conoce la Biblia y, a su vez, que este conocimiento lo distorsiona intentando provocar el tropiezo, aún del mismo Dios hecho Hombre. Obviamente no lo logró en ninguno de sus intentos, pero esto no quita que lo sigue haciendo ahora con nosotros los creyentes.
En su cinismo osado, el Diablo presentó ante Cristo la mismísima Palabra de Dios atacando su identidad, le dijo: “…si eres Hijo de Dios…”.
Lo notable de todo esto es que Jesús no entró en diálogo con él sino que lo rechazó de plano con la Palabra bien empleada y hablando en forma imperativa.

Mateo 4:10 Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás.

Esta forma imperativa: “Vete de mi Satanás…”, va seguida de la afirmación “…porque escrito está…”.

La Biblia es una espada de dos filos, eso es lo que el escritor de la carta a los hebreos afirma que es la Palabra de Dios. Para poder manejar una espada por lo menos hay que conocerla y luego aprenderemos a utilizarla. Aquí, una vez más, Jesús es el maestro que enseña.

Hebreos 4:12 Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.

Es nuestra arma de defensa y ataque ante los insistentes embates de Satanás. El apóstol Juan relaciona de modo llamativo en el siguiente versículo el “permanecer en la Palabra” con el haber vencido al maligno.

1Juan 2:14 Os he escrito a vosotros, padres, porque habéis conocido al que es desde el principio. Os he escrito a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes, y la palabra de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al maligno.

Efesios 6:17 Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios;

Esta espada es inquebrantable, es eterna y en sus promesas estamos afirmados los creyentes:

Salmos 33:4 Porque recta es la palabra de Jehová,
Y toda su obra es hecha con fidelidad.

Juan 10:35
Si llamó dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (y la Escritura no puede ser quebrantada),

La Escritura no puede ser quebrantada…
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La Biblia: Palabra de esperanza y consuelo

Romanos 15:4 Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza.

Esto no termina aquí y sabemos que somos más que vencedores por medio de Aquél que nos amó.

Romanos 8:37 Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.

Dios tiene mucho que obrar en nosotros y lo hará en buena medida a través de su Palabra: La Biblia.
Sabemos lo difíciles que están las cosas en nuestras vidas y en la tierra en general, y sabemos también que en Su palabra Cristo nos avisó que en el mundo tendríamos aflicción. Más también nos dio como esperanza y consuelo que confiáramos en Él.

Juan 16:33 Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.

Esta confianza en Él tendrá mucho que ver con la importancia que le demos a Su Palabra, ya que es Su propia Palabra la que nos da consuelo y esperanza.

Por todo esto y mucho más que no hemos escrito en el presente capítulo, es que nos congregamos en el Nombre de Jesús y alrededor de Su mensaje expresado en la Biblia.

Nuestros Fundamentos: Capítulo 4, "Reunidos alrededor de Su Palabra"SocialTwist Tell-a-Friend

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Señales de los últimos tiempos

Requisito para pertenecer a la iglesia de Jesucristo

“La iglesia es la única comunión fraternal en el mundo cuyo único requisito para integrarla es la falta de mérito del candidato.”

Robert Munger